Prisioneros del Paraíso

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Esta es una anécdota en partes: la 34a en la saga del Dr. Kovayashi.

Quién sabe qué circunstancias convierten a un hombre común en héroe. Tal vez una combinación única de personalidad, de momento y de lugar. O por el contrario, quizás existan hombres que nacen para ser herramientas privilegiadas de la Historia. Sea como fuere, por azar o predestinación, los héroes, los verdaderos héroes, están llamados a concretar planes y hazañas fabulosas. Independientemente de cuánto admiraran David y Nikola a quien les prometiera el brillo de la gran ciudad, ese hombre no dejaba de ser alguien común.

«Según mis cálculos, esto es así:..», explicaba Kovayashi a su peludo amigo Nikola, que viajaba cómodamente montado en su hombro izquierdo. «Asumiendo que la superficie de piel que llevamos ahora descubierta es aproximadamente 2000 cm2 y que cada mosquito puede chuparnos una sola gota de sangre, que 20 gotas equivalen a 1 ml y que no podemos perder más de 1 litro sin pasar al otro lado, se necesitarían 20.000 mosquitos para morir desangrado. Eso sucedería, Nikola, si en un lapso dado tuviéramos 10 mosquitos por cm2, por ejemplo. Pero como no hay espacio físico para semejante densidad mosquitos (o de ronchas), la conclusión es lógica y es la siguiente, camarada: por más que esta selva esté infestada de mosquitos, es mucho, muchísimo más probable que muramos por cualquier otra causa antes que hiperpicados por estos insectos del demonio.»

De esa manera avanzaba el doctor por la selva ardiente, embriagado de una felicidad tal que había dejado de evaluar los potenciales peligros y los posibles caminos a seguir. Estaba regresando a su hogar y eso era lo único que, para bien o para mal, le importaba. Más aun que las picaduras de mosquitos, que las ramas espinosas o que las siempre amenazadoras boas constrictoras que pendían de los árboles.

Como tantos otros, Kovayashi había actuado dejándose llevar por sus impulsos sin sopesar de antemano las posibles consecuencias. ¿Cómo entender, si no, que nunca imaginara que ese humo que de su choza en llamas ascendía al cielo atraería hacia sí a una banda de cazadores marginales? Ahora era tarde, los sentidos del doctor sólo podían atender a la fría boca metálica de un fusil automático que se le había adherido a la sien derecha. «No voltear la cabeza… no voltear la cabeza…» se repetía mentalmente mientras los monitos se le enroscaban en el cuello. En el otro extremo del arma había un moreno de pelo ensortijado y blancos dientes que no sabían de sonrisas. Empujándolo con el caño desvió al doctor de su camino hasta que luego de unos unos 300 m apareció ante ellos, disimulado en la espesura, una especie de Jardín del Paraíso en el que decenas de jaulas que colgaban a gran altura entre las copas encerraban aves multicolores de una belleza jamás vista. El camino se tornó ancho; las ramas entrelazadas de los árboles, mayormente moras gigantes y andirobas, tejían una bóveda verde que servía de techo y ocultaba el sol. Al bajar la vista, Kovayashi detectó entre los troncos de las sarrapias las siluetas de muchos guardias más. Estaban armados.

«¿Le has disparado a algún hombre alguna vez?», preguntó el doctor, mas no escuchó del moreno sonido alguno. Después de un tiempo prudencial volvió a insistir.

«¿Has matado a un hombre alguna vez?»

Continuaron caminando en silencio hasta llegar a una cabaña diminuta sin ventanas. Sin dejar de apuntar, el guardia preguntó en una lengua apenas reconocible, pero que el doctor identificó como una variante latina del arahuaco guyanense: ¿Cuál es su gracia?

«Kovayashi. Doctor Kovayashi.»

El culatazo en la nuca lo catapultó al interior de esa cabaña hermética que, como dedujo horas después, era a la vez calabozo y corral ciego para animales. El doctor cayó de bruces sobre una argamasa caliente de barro y estiércol. David y Nikola aterrizaron sobre su espalda. Cuando la puerta se cerró, la oscuridad fue absoluta. Sin embargo, Kovayashi no se enteró de nada hasta que en mitad de la noche la puerta se volvió a abrir.


18 comentarios en “Prisioneros del Paraíso

  1. g.! Todavía no lo saben, pero no son ningunos giles, te lo puedo asegurar. Parece que por suerte el culatazo no alcanzó a los pequeños simios. Sólo desmayó al doctor. ¿Cuánto tiempo tendrán que permanecer dentro de esa celda, sin piso, bah con barro mezclado con excrementos viejos? David y Nikola son muy astutos, pero por ahora para poder pensar tienen que recobrar la calma, cosa que no lograrán hasta saber que Kovayashi está bien. Algo que el guardia olvidó fue palparlo de armas. Tal vez haya notado que no traía armas de fuego, pero sabemos que K. trae un arma más poderosa escondida entre sus ropas. Un arma de 5 puntas…
    Gracias por acompañar al doctor en su regreso.

  2. No te voy a negar que el moreno con dientes que no saben de sonrisas, me dió bastante mala espina. Y acá me quedo, esperando saber quién abrió la puerta en mitad de la noche,
    Abrazo

  3. Ja, Vivianachapa! No, claro, no es un niño de pecho. Pero sólo es un guardia a sueldo. Por lo visto tenía instrucciones de no lastimar a los extraños. Es decir, que no murieran. Igual, ese culatazo de fusil en la nuca no se lo deseo a nadie. Se me hace que es gente muy loca, muy loca. Más allá de quién abrirá la puerta esa noche, me alegro de que entrara un poco de oxígeno a esa choza hermética cuya atmósfera está seguramente saturada de metano, cadaverina y putrescina.
    Gracias por leer y me alegro que te diviertas!

  4. Nooo! Me quiero morir!! Cómo va a terminar ahí el capítulo? Me conmueve la lealtad de David y Nikola, y también cómo son correspondidos. Por otro lado, el párrafo inicial me gustó mucho, sobre todo porque, a mi parecer, preanuncia desde la negación el papel que desarrollará el Dr. K. (y no sería nada nuevo para él, claro, después de andar demostrando sus habilidades de ninja por ahí). Y no coincido con el narrador, el Dr. podrá ser cualquier cosa menos un hombre común como el resto!
    Salú!
    p.d: a mí los mosquitos me tienen de hijo.

  5. Continuará… Así es, amigo MX, esta entrega terminó en un momento complicado aunque no exento de esperanza. Esperamos que no los maten. Bueno, digo, hay esperanza porque ya los podrían haber eliminado y no lo hicieron. Son gente jodida, traficantes de fauna a nivel internacional, ojo. El narrador (que ahora te habla en tercera persona como JRR) opina que K. es una persona común salvo por el hecho de que ya tiene unos cuantos cadáveres sobre su espalda. Varias personas le han señalado eso, que es un asesino. Sin embargo, sigue generando simpatía. El tema es qué pasará cuando llegue (si llega) de nuevo a su barrio. Guarda la tosca que desde algunas entregas atrás ya sabemos que tiene dos espinas atravesadas y son el loco ese de la túnica verde iridiscente (no sabe cómo se llama, pero sabemos que es Daibushi) y el contrahecho de la bolsas de bruma (El que era el Cardo de Flores). ¿Tendrá pensado emprender alguna acción contra ellos? ¿Tanto apreciaba el doctor a la Sra. W. y a Rómulo como para pensar en vengarse por ellos? ¿Buscará a Feather y a Teller? Quién sabe… Ni siquiera lo sabe el narrador.
    El tema mosquito en la selva es zarpado, muy jodido. En la entrega no salió, pero la realidad es que K. está cubierto íntegramente de ronchas y debajo de sus uñas hay torullones de piel y sangre de tanto rascarse.
    Abrazo, nos vemos en la estancia!

  6. Marina

    El Dr siempre con esas preguntas dictomicas. Para él siempre hay dos alternativas posibles. Y asi unos pertenecen a su grupo, a los que han matado, y otros no pertenecen. Tengo miedo por los tres.

  7. Hola Mar! Quizás sea verdad lo que notaste, las dicotomías. Aun sin haber leído a Bauman, el doctor tuvo que volverse sumamente flexible para ajustarse a tantos cambios en su entorno desde que regresó de China. Vaya cambio el de su personalidad: de científico a… sí, asesino en la clandestinidad, rodeado por los monos y fantasmas de sus cadáveres. En esta liquidez hay zonas grises mayores. El doctor busca las dicotomías extremas para poder ubicarse sabiamente en las posiciones que le permitan ser querible y, a la vez, continuar haciendo justicia por sus propias manos.

    No tengas miedo, may the Force be with them.

    Gracias, gracias!

  8. otherK

    El Dr. debe orientar mejor sus calculos. Las dicotomias lo ayudan, pero debe ser mas cuidadoso eligiendolas. Apuesto a que los impulsos viscerales lo van a ayudar tambien, incluyendo los del desprecio y la venganza. Merece aprovecharlos!

  9. Madre del Amor Hermoso. Que me maten si encuentro a alguien que derrame tanta pasón en la forma de desarrollar su talento. Que converga de este modo con los lectores de su blog, que consuma parte de su tiempo en esta loable empresa que lleva a cabo.

    No me importa invertir una hora en ponerme al corriente, de compartir conceptos e ideas. En repasar comentarios y respuestas.

    Amigo mío. Aquí, en este post, he encontrado al hombre común, un héroe de la pluma.

    Me quito el sombrero ante tamaña dedicación.

    Roy Harper. Delincuente Común.

  10. Parece que el largo camino a casa va a ser más largo. Uno nunca sabe que se encontrará al volver el camino porque los cazadores marginales acechan. A menos no va a morir sin sangre por culpa de los mosquitos (interesante aportacion que me deja más tranquila dada la gran cantidad de mosquitos que hay por aquí).
    Confio en el doctor y en su «buena» estrella, aunque en este caso lo haga sucio y con dolor de cabeza. Y en sus peludos compañeros tienen el cerebro a punto para sincronizarlo con K en cuanto despierte.
    Resto a ver que pasó tras la puerta nuevamente abierta.
    Salut

  11. otherK, no puedo menos que decir que así se hará! Tenés razón en prestarle atención al desprecio. Es un impulso que el otro K nunca siguió. Estoy convencido que debería profundizar su desprecio. Tal vez sea una vertiente para cuando se encuentre algún día, si es que logra salir indemne de los peligros de la selva, con Daibushi y con El que Era el Cardo de Flores. La venganza sí la conoce, y no la ha ido tan mal seguir sus consejos.
    Como siempre, un honor y un privilegio tenerlo por acá!

  12. Hola micromios! Realmente, un camino largo y llevo de avatares. Esperemos que los cazadores tengan piedad del doctor. Imagino que, más allá de que los ha descubierto, entenderán que un hombre solo con dos monitos no va a representarles mayores problemas. Obviamente, la alternativa de liquidarlo es tentadora y simple, simplísima. Cualquier moreno a sueldo los puede fusilar y luego la selva se los deglutirá en menos de lo que se tarda en decir ‘zangolotino’ (como en la microficción de E. Anderson Imbert).
    Yo espero que su buiena estrella esta vez sea la del firmamento, ya que está en inferioridad de condiciones y su arma preferida, la filosa estrella ninja, no es mejor que tener una sola bala en la recámara. No tiene en absoluto ninguna chance de salir airoso en un eventual enfrentamiento con los traficantes. Además, los gases de la descomposición en el suelo de esa cárcel improvisada donde se encuentra seguramente le están embotando los sentidos. Tando el doctor como Nikola y David necesitan oxigenación lo antes posible.
    Y por los mosquitos, pensé varias veces en tus textos cuando lo escribía. Después de hacer las cuentas yo también me quedé más tranquilo.
    Saludos y gracias por volver a la selva!

  13. Yo estaba casi seguro que el domingo te envié un pedazo de comentario, donde vertía mis opiniones respecto a los héroes que mantienen os blogs con talento y objetividad.
    Antes dediqué una hora en leer las odiseas del Doctor Kovayashi & Company.
    Pero al volver al blog no hallé ni rastro de lo suscrito.

    De corazón espero que no haya sido más que por un error de la tecnología.

    De todas, todas, te mando un abrazo y te ánimo a que no abandones jamás este don que tienes con la pluma.

    PD No voy a extenderme con el tema, pues la perplejidad me ata a rienda corta.

    Salud Pau (De Pablo no de Paz)

    Ahora presionar Publicar comentario, a ver si hoy hay más suerte…

  14. Hola Roy. Bueno, no sé qué decir más que ‘es demasiado’ y un gracias enorme como la masa de un agujero negro. Y sí, nadie sabe mejor que tú lo que es poner buena parte de su tiempo en escribir (y corregir, jeje).
    Paso a contestar el otro.
    Abrazo!

  15. Hola eduard!
    Gracias por avisar. no entiendo muy bien por qué, pero el otro comentario estaba retenido en el spam de WordPress, que no lo miro nunca. ¡¡Pedazo de comentario me estaba perdiendo!!
    No te preocupes, es más probable que el don me abandone a mí antes que yo a él. Acá seguiré al pie del cañón. Me alegro de que te gusten las historias del Dr. Kovayashi. Me divierto mucho pensándolas y me ponen muy contento los comments (y por eso los respondo como los lectores se merecen). No voy a decir que me divierto escribiéndolas; en sí, escribir es la parte menos grata de todo esto, pero se compensa con creces una vez que sale publicado. Por eso, no me gustaría perderme la fiesta cuando salga tu novela!
    Abrazo, Pau
    (de paso, mal no me vendría aprender ese Catalán que mi abuelo se llevó a la tumba)

  16. Sergio Mauri

    Según antiguos papeles hallados en el sótano de un P.H. cito en Junín 1079, la constitución del héroe puede ser pluriforme. O no. Por ejemplo, hay un héroe mas salame que Súperman? Cualquiera es capo si vuela a la velocidad de la luz, tiene súper vista, súper oído y es indestructible. Te quiero ver en la situación de Kovayashi. El tipo viene picado por mosquitos selváticos, que suelen ser casi bombarderos (hay quien los caza para disecarlos), con hambre, sed y ganas de volver a ver televisión color, y cae en las garras de los manes estos, mas peligrosos que Macri eligiendo jefe de policía.
    Claro que el Dr. tiene siempre un as bajo la manga. O una reina de corazones, en su defecto, en algún bolsillo interno. Esa puerta que se abre a medianoche da que pensar.
    Saludo uno.

  17. Ninguno de ustedes se imagina cómo está realmente la piel del doctor. De sólo pensar que podría estar siendo picado por 3 mosquitos por cm2 ya me empieza a picar todo. Una roncha viva. Así es el sotobosque cercano al río blanco, en la selva tropical. «Monos que cuelgan y víboras sin fin», decía don Miguel Cantilo. Bueno, más o menos así. También es cierto que Kovayashi extraña ver la televisión pública, pero lo maneja bastante bien. De todas formas, un científico como él, que siempre debe estar al tanto de lo publicado, que ni siquiera sepa cómo va el campeonato es demasiado. La puerta a medianoche se abrió y así quedará. ¿Se escapará el Dr. Kovayashi por ahí?
    Abrazo!

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