Un vecindario ¿tranquilo?

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Esta es la 8a entrega de una anécdota en partes.

Durante el resto del día la calle gozó de una agradable calma. Por un lado, Scalisi, tal como había dicho, horneó la palomita con rodajas de berenjena. El ejercicio matinal le había devuelto algo de quietud a su espíritu, y el hecho de haber compartido un rato con el doctor le permitió volver a concentrarse en sí mismo. Así fue como logró relajar la vigilancia tan estricta que mantenía sobre Kovayashi, y minutos después de llenar su estómago se entregó a una siesta reparadora; una de esas que hacía años que no se regalaba.

Por su parte, la Señora W., que había espiado con incredulidad la demostración de tiro con ballesta desde atrás del tanque de agua de su terraza, permaneció encerrada y sola en su casa hasta bien entrada la noche, cuando el marido regresó de la fábrica. Él aborrecía que lo interrumpieran en horario de trabajo, por lo que ella desistió de llamarlo al celular por una nimiedad tal como un golpeteo que escuchaba en la casa del Dr. Kovayashi. Le había prestado atención toda la tarde; sucedía regularmente cada 30 segundos, y aunque apoyó la oreja contra la pared no alcanzó a precisar de qué se trataba. No era martillo, no era máquina. ¿Estaría Kovayashi lanzando dardos? ¿Por qué se comportaba de una manera tan misteriosa? Más aun, ¿por qué el señor Scalisi no estaba en la ventana ni contestaba sus llamados? Desde que la Señora W. había consultado sus pesadillas con Alberto P. vivía en un estado de alerta permanente, segura de que en cualquier momento la muerte podía llevarse a alguien, incluso a ella.

Alrededor de las 21:00, Scalisi levantó el auricular por primera vez en el día, aunque no era la primera vez que oía sonar el teléfono. La siesta había abandonado su cuerpo horas atrás, dejándole los músculos llamativamente fláccidos. Inclusive, hasta sufrió un dolor debajo del esternón, una especie de puntada que lo atravesó como una lanza. El hombre estaba muy preocupado, pero sabía que tener miedo no iba a mejorar las cosas. Para no despertar sospechas, atendería a la Señora W. y la mandaría delicadamente a la mierda. Al día siguiente le devolvería el llamado y le pediría perdón; ella entendería. Por lo pronto, se puso de pie tan rápido como pudo y caminó hasta el living, donde el teléfono continuaba sonando.

_ «¿¿Dónde se había metido, eh??»

El reproche de Kovayashi le pareció tan injusto como merecido. El cuerpo le dolía y había hecho un esfuerzo enorme por alcanzar el aparato, pero también era una de las poquísimas veces que el doctor se dignaba a cuidarlo a él. Además, era un alivio no tener que hablar con esa estúpida de la Señora W.

_ «¿Está preparado para esta noche?»
_ …
_ «¿Qué le pasa? Le avisé que lo iba a llamar…»
_ «Me siento mal…»
_ «¡Déjese de joder, Scalisi! No me diga que se comió esa paloma; le dije que era una porquería…»
_ «No me rete, doctor, le aseguro que no me ayuda en nada.»

Por primera vez en varios días, Kovayashi temió. La posibilidad de tener que posponer su plan, de perder la oportunidad que su amigo invisible le había brindado, de sentir que -en algún sentido- la no concreción del plan podía considerarse un fracaso, le dio un escalofrío en la espalda. Debía sacar al viejo de su departamento esa noche sin importar el costo. Y para ello, era imprescindible mostrarse calmo, hablar con cautela y estimularlo a actuar.

_ «Escuche, amigo, ¿le gustaría que esta misma noche saliéramos de cacería con la ballesta? Por lo entusiasmado que lo vi esta mañana, no creo que quiera rechazar mi invitación, ¿no?»
_ «¿Qué tipo de cacería, doctor? ¿Acá, en medio de la ciudad?»
_ «Correcto, será acá mismo, en nuestro querido barrio. Durante mis paseos nocturnos me crucé infinidad de veces con unas aves muy grandes, negras, en los árboles de Tres Sargentos llegando a Roca.»
_ «Serán cuervos…»
_ «¡Exacto, cuervos!»

En la medida en que el viejo, entusiasmado, iba pidiendo más y más detalles, Kovayashi iba aumentando el calibre de sus mentiras.

_ «Escuche, Scalisi, tengo que cortar. Estése preparado, ya sabe cómo. Saldremos a las 03:30. Vístase de negro y, por lo que más quiera, no use mocasines, que hacen ruido. Cualquier otro calzado blando servirá. Yo le tocaré el portero, no se vaya a demorar.»
_ «Bueno…»

Kovayashi cortó, dejando el auricular completamente empapado en transpiración. El obstáculo había sido franqueado. Después de felicitarse, colocó una cerveza artesanal en la heladera y se relamió pensando en el beso que le daría a esa botella a eso de las cinco, con la satisfacción del plan cumplido. Solamente quedaba esperar la hora señalada.

Del otro lado de la medianera, la Señora W. volvió a escuchar aquel extraño golpeteo.

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23 comentarios en “Un vecindario ¿tranquilo?

  1. Sergio Mauri

    Decía que ese golpeteo es el de la Parca. Un compañero de laburo… y para qué abundar. Eso lo dije antes, entre otras cosas. En algún lado tiene que estar ese mensaje, donde me explayo sobre Scalisi y demás, acotando que el relato avanza a puro nervio.
    Cualquier cosa, lo escribo de nuevo, no soy rencoroso en cuestiones literarias.

  2. Sergio Mauri

    Los comentarios excesivamente largos no entran. Volvió a tragárselo!! No importa. En resumen, Scalisi es un gil y Kovayashi haría bien en surtirlo sin asco.
    He dicho.

  3. Sergio Mauri

    Ese golpeteo es el de la Parca, a un compañero se lo llevó puesto, y al principio creímos que era la Montada, pero, al estar en un quinto piso, lo descartamos y dimos por cierto que era mas plausible que fuera la Parca, lo que en efecto, era. Por lo que doy fe acerca de ese golpeteo insistente y sumamente misterioso.
    Scalisi, de continuar devorando pajarracos venidos de cualquier lado, va a terminar contrayendo la influenza aviar, que es como la gripe porcina pero mas elegante, ni hablar si le agregamos rodajas de berenjena.
    En cuanto al calzado, hace bien Kovayashi en recomendarle que no use mocasines. Acordonados con suela de goma andarían mejor.
    Y, para finalizar, nada mas relajante que mandar delicadamente a la mierda a alguien antes o después de dormir, trabajar, cenar o lo que sea.
    Relato que avanza a puro nervio.

  4. No sabía que existía un largo máximo para los comments. Puede que Scalisi sea un gil, pero me parece que antes que eso es un anciano al que le patina el embrague. Kovayashi, aquel que se sentía mal por no haber asistido al tipo que se cayó al pozo con el Peugeot, ese que se enojó porque un amigo invisible lo estaba usando para deshacerse de los chicos malos, ahora parece no tener reparos en valerse del viejo para satisfacer su necesidad de venganza.
    Ojo, ojito, ojazo.
    Abrazo!!

  5. ¡Lo encontré! Estaba en el spam, no sé por qué. Si bien la Montada tiene bastante trabajo en la superficie, arriba bien podrían ser los Jinetes del Apocalipsis. De todas maneras, el golpeteo era molesto sólo para la Señora W., que desde que consultó a Alberto P. (Daibushi), vive sugestionada con la Parca.

    El que come berejena merece agarrarse la influenza aviar.

    Decís bien: el calzado es un tema clave. A Kovayashi lo cagaron a palos porque lo escucharon venir. ¿Tendrá Scalisi un par de zapatillas o de alpargatas? Hmmmm… Creo que a Kovayashi se le están escapando algunas cosas de las manos. El crimen perfecto no existe.
    ¡¡Abrazo!!

  6. Sergio Mauri

    Hace bien Kovayashi en usar a Scalisi para sus oscurísimos propósitos. Es más, hasta podría usarlo para llevar adelante algo más que detallitos… Para alguien como él, no existen los límites.
    La Señora W. escucha demasiado, y al dorima lo jode en demasía.
    Daibushi anda desaparecido. Que pasa por ahí?
    A Scalisi me lo imagino con alpargatas de yute de color malva.
    Patapúfete!!!
    One thousand abrazos.

  7. Hola blopas, regreso con zapatillas para no meter ruido. Menudo vecindario! Por sus apellidos parece de lo más variopinto,la señora W,asíatica supongo, Kovayaski probablemente ooriginario de un país del Este, en cuanto a Scalisi es italiano, sin lugar a dudas. Mafioso, supongo? Todo listo para la acción.
    Un abrazo,

  8. Nunca pensé que el doctor Kovayashi, científico y persona hiperrespetabilísima, cráneo de la Nación, iba a estar planeando venganzas a través de octogenarios seniles, en vez de dedicarse a la Ciencia, que es lo suyo. Pero tengo que rendirme ante las evidencias: no es la venganza en sí sino el desafío intelectual que supone llevar adelante este plan desde las sombras, sin riesgos ni calabozos.
    De Daibushi hace rato que no tengo novedades. Le voy a preguntar a Hannimal, que a veces la ve a Micaela.
    En cuanto a Scalisi, no creo que tenga demasiada ropa oscura más allá de -probablemente- un sobretodo impregnado de distintos olores. Sucede que en su placard, además de naftalina él guarda también la chata y el papagayo.
    Señora W.: tenga cuidado porque la Parca puede asumir la forma de un marido limado.
    Abrazo, y gracias por los comentarioooooos!!

  9. Diste en el clavo, Anne. En estas situaciones, meter ruido puede costarte la vida. Kovayashi, por suerte, la sacó barata.
    El vecindario es como cualquier barrio del conurbano bonaerense, lleno de descendientes de inmigrantes europeos. Descripta a grosso modo, la Señora W. desciende de austríacos e italianos. Su padre murió hace un lustro, apenas hablaba castellano. Kovayashi es descendiente de húngaros y lleva sangre judía en las venas. Scalisi, es verdad, desciende de aquellos italianos que poblaron el país a base de hijos, trabajo, trabajo y trabajo, pan y cebolla. No, lejos de ser mafioso. Sus padres lo querían profesional, él les salió un tiro al aire (con ballesta). Se jubiló anticipadamente a los 45 años. Desde entonces, vegeta y hace malabares para llegar a fin de mes. Si puede, caza palomas en el parque y se las come.
    ¡Saludos!

  10. Sergio Mauri

    Scalisi tiene un aire a jubilado temprano. Así se explicarían sus ganas de mandarse a la bodega una paloma cazada en una lleca perdida. Las rodajas de berenjena, no molestan, aunque con parmesano arribeño quedarían mejor. La Señora W. tiene cara de descendiente de mezcla entre europeos del este y del sur. Eso, a mi semimodesto entender, también explicaría esa necesidad de molestar a Alberto P. y andar espiando desde atrás del tanque de agua. Ni hablar de como le dejó las bolas al dorima…
    Kovayashi tiene nariz aguileña y también es de Europa del este. De ahí salen buenos científicos, pero con grandes ganas de vengarse, eye, mucho eye, che…

  11. Scalisi tiene sus huesos revestidos de aburrimiento y la soledad. Ha sido un pobre tipo toda la vida. La esposa lo dejó hace mucho, y apenas si la reemplazó por las trolitas baratas del diario. Precisamente, cazar palomas le permite ahorrar para darse esos gustos. Conozco matrimonios entre personas de muy diversas procedencias. Hay de todo. Alberto P. es más tano que la muzzarella, pero a la vez es Daibushi, un oriental místico y poderoso que en cualquier momento volverá a ocupar las primeras planas de este blog. Pero ojo, atenti, acordáte cómo fue esa transformación, también hubo violencia en nombre de la justicia. No es nada santito el Daibushi ese. Y cómo se manifestó en Manhattan durante la cena entre Micaela y Daisy. Abrazo!!

  12. Sergio Mauri

    Scalisi, lo entiendo, ya no busca un alma gemela. Ni melliza y ni siquiera prima del campo. Si, en ese caso, nada como el rubro 59.
    Daibushi hace demasiado tiempo que no pinta.
    ¿Que está tramando, en bastidores?
    Yo no le perdería pisada, ojiva.
    Saludos. O tres.
    Por dios.

  13. Hola Sergei. Obvio; con sus 81 pirulos, Scalisi ya está más allá del bien y del mal. Daibushi está embarcado en la investigación de la leyenda de los 47 ronin y en el estudio del código de honor samurai. Lo que no sé es para qué. No me atrevería a vigilarlo, mucho menos a seguirlo. Posee el don de desdoblarse a voluntad. Mientras caminas a sus espaldas, él te vigila varios pasos por detrás tuyo. Que dios no te devalúe el don del humor. ¡Abrazo!

  14. Menudo lío prepara el doctor K y el pobre de S no sabe en lo que se mete. En ese vecindario puede pasar cualquier cosa. Esos golpeteos no presagian ada bueno. saludos

  15. Hola minicarver. Kovayashi está metido hasta las amígdalas, y cree que tiene todo controlado. Sin embargo Scalisi, como bien dices, no sabe en qué se mete. Nunca lo ha manifestado, pero yo creo que algún tipo de balance debe haber hecho, y entre vegetar en su departamento y tener algo de acción por las calles prefiere tirar por allí sus últimas saetas de ballesta. Quién sabe cuánto tiempo más vivirá. Para él, Kovayashi representa una oportunidad. Atención, que para la Señora W. cualquier cosa puede ser una amenaza, una sospecha o un temor. Es cierto que no se sabe qué hizo todo el día en su casa el doctor; pero, en sí, no hay motivos para suponer que es algo malo o peligroso para los demás. Veremos cómo sigue todo esto!!
    Abrazo y gracias por pasear por este vecindario.

  16. Hola micromios. Creo que esperamos lo mismo. Mañana lunes averiguaremos si Scalisi acompañó al doctor en el plan nocturno, o si debió quedarse en su departamento a ver si se le pasaban los dolores. La palomita estaba fresca y en mucho mejor estado que la pascualina, no era para tanto. Pienso que el viejo exageraba un poco.
    Saludos y gracias por leer!

  17. Sergio Mauri

    Scalisi debería mandarse un ave de variopinto pelaje al buche con algo más de voluntad. Mirá lo que fue capaz de hacer después de una buena cena!!

  18. Sergio Mauri

    O unos mejillones a la provenzal, aunque con una jubilación… No por nada anda cazando cuervos, Scalisi.
    En cuanto a Daibushi, si, mejor no hacer demasiadas averiguaciones.

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